miércoles, 28 de junio de 2023

Carmona - Sevilla

Carmona es una de las ciudades de mayor abolengo histórico de la provincia de Sevilla. Sus distintas denominaciones a lo largo de la historia pregonan el papel de la localidad en las diversas invasiones sufridas por sus pobladores. Así, su nombre proviene de la raíz semita ‘Kar’, que significa ciudad, y se explica por su probable fundación fenicia. Por su parte, los romanos la llamaron ‘Carmo’ y los árabes ‘Qarmuna’.







Y es que Carmona fue en la antigüedad uno de los principales enclaves poblacionales del Bajo Guadalquivir. Su importancia histórica se explica por las características del medio en que se asienta. La ciudad controla desde su posición estratégica las principales vías de comunicación del Valle del Guadalquivir y los tres paisajes que constituyen sus fuentes de recursos: Los Alcores, la Vega y las Terrazas.

El actual término municipal de Carmona estuvo habitado por grupos humanos hace más de medio millón de años. Su medio de vida se centraba en la caza y la recolección y solían hacer campamentos estacionales junto a los ríos.

La fertilidad de la zona y su privilegiada situación geográfica en lo alto de un cabezo de fácil defensa hicieron que Carmona estuviera poblada desde tiempos prehistóricos. Aunque hayan aparecido restos del Paleolítico, son mucho más abundantes los del Neolítico y Eneolítico, entre los que destacan los magníficos vasos campaniformes del Acebuchal.

Colonia cartaginesa


A partir de un núcleo turdetano, se desarrolló una colonia cartaginesa de gran importancia, conservándose algunos restos de muralla de esta etapa en el Alcázar de la Puerta de Sevilla. En el año 206 antes de Cristo, Carmona es conquistada por el Imperio Romano, siendo intensamente romanizada y convirtiéndose en uno de los núcleos urbanos más importantes de la Bética, con el nombre de ‘Carmo’.

tumba del elefante Carmona llegó a tener el privilegio de acuñar su propia moneda y fue rodeada de un poderoso recinto amurallado que Julio César cita en su De Bello Civile. La localidad obtuvo durante esta época la categoría de municipio, perteneciendo al convento jurídico Asitigitana (Écija, Sevilla) y quedando sus habitantes adscritos a la tribu Galeria.

El trazado de la ciudad, que se realizó sobre la población cartaginesa, todavía se percibe en la actual Carmona, especialmente el Cardo Máximo, que se extendía desde la Puerta de Sevilla a la Puerta de Córdoba. De esta época, los restos arquitectónicos y escultóricos son de una gran categoría, destacando la impresionante Necrópolis y Anfiteatro.

Conserva también restos de la época visigoda. Su importancia no decreció en época musulmana, llegando a ser capital de uno de los reinos de taifas, en el siglo XI. Los árabes reformaron su sistema defensivo y la embellecieron con notables alcázares, mezquitas y otros notorios edificios, de los que aún se conservan vestigios.


Conquista

carmona_06La conquista fue obra de Fernando III ‘El Santo’ en 1247, comenzando la repoblación. Su territorio municipal fue delimitado por Alfonso X ‘El Sabio’ y objeto de favores por parte de Pedro I ‘El Cruel’, que residió frecuentemente en la ciudad y engrandeció el Alcázar de la Puerta de Marchena para convertirlo en residencial real.

En el siglo XV, las luchas entre los partidarios de Ponce de León, señores de Arcos y Marchena y los Guzmán, condes de Niebla y duques de Medina Sidonia azotaron fuertemente la localidad. En 1630, Felipe IV le concedió el título de ciudad.

Carmona ofrece un ejemplo eminente de un tipo de construcción, conjunto arquitectónico o paisaje, que ilustra un periodo significativo de la historia del hombre. La ciudad exhibe ejemplarmente la historia de Andalucía y, de manera especial, la historia de la Bética romana y de la etapa comprendida entre los siglos XV y XVII. Si existen ciudades antiguas en Andalucía, Carmona tiene la particularidad de conservar sus edificaciones singulares y su contexto en la arquitectura popular. Es un ejemplo de la cultura tradicional de Andalucía.

carmona_06De la época moderna, los mejores testimonios son su caserío y elementos singulares: palacios, conventos e iglesias; la trama urbana y los elementos que la integran.

El devenir histórico y económico ha propiciado la conservación de la ciudad. Hasta finales del siglo XX, el mantenimiento de una estructura poblacional, mayoritariamente jornalera y muy ligada a la explotación de la tierra, ha permitido mantener la arquitectura tradicional.

Hoy el casco histórico de la ciudad es un ente vivo y dinámico, donde la rehabilitación es cada vez más habitual, tanto pública como privada, en edificios y en viviendas tradicionales. Por todo esto, se entiende que Carmona ha sido una referencia en la historiografía y en el estudio de las civilizaciones pasadas. 5.000 años de ocupación continuada son una referencia ineludible para el estudio de cualquier civilización del Valle del Guadalquivir.

 

Obra maestra del genio creador del hombre.

La arquitectura de Carmona es una síntesis integradora de las distintas culturas que han pasado por su territorio. Los ejemplos más significativos de la cultura material son:

-El Alcázar de la Puerta de Sevilla. Situado sobre el único frente vulnerable de la ciudad, ha sido un baluarte constructivo desde época tartésica hasta la contemporánea. Para reforzar la seguridad de esta plaza por el flanco oeste, en época romana de los Barca, se construyó una muralla, defendida por un complejo de fosos escavados en la roca y con sección de V.

El principal acceso a la ciudad se defendió con un importante bastión realizado con sillares almohadillados, que forma parte del actual Alcázar de la Puerta de Sevilla. Tras la conquista romana, se realizaron algunas reformas que se centraron en la construcción de la puerta que da acceso a la ciudad y de la poterna situada al norte del bastión cartaginés. Hacia el interior se erigió un templo del que quedan restos del podio. Nuevas reformas y anexiones se realizan en época medieval.

Para el periodo islámico se constata la anexión de los nuevos arcos, uno califal y otro de herradura fechado en época almohade. Dos torres miran a la ciudad y la torre del homenaje se recrece con nuevas formas constructivas. Ya durante el reinado de Pedro I, el baluarte sufre nuevas transformaciones y pasará a ser residencia real del monarca, que siempre vio en la ciudad uno de sus principales aliados.

Todas estas intervenciones han dado como resultado un edificio único, que engloba de manera armoniosa los resultados defensivos del bronce final, el bastión cartaginés, las defensas romanas, medievales musulmanas y cristianas y las posteriores intervenciones hasta el día de hoy.

La Iglesia de Santa María, en la zona más monumental de la ciudad. La entrada se efectúa a través del Patio de los Naranjos, antiguo patio de abluciones de la Mezquita Mayor. Se perpetúa por tanto, el carácter de templo principal durante más de diez siglos. En su lado norte, se levanta una línea de arcos, formada por uno central, originariamente de herradura, y tres de herradura apuntada que se desarrollan a ambos lados del primero. En el lado oeste, uno de ellos conserva una inscripción, en letra capital, que forma parte de un calendario de época visigoda. En el interior se desarrolla la iglesia gótica, con planta de salón con tres naves y dos alas de capilla abiertas.

La suma de estructuras de distintas épocas forma hoy un conjunto excepcional en el que la iglesia gótica asimila, usa e integra parte de la mezquita musulmana, y ésta a su vez utiliza elementos más antiguos, como el fuste con la inscripción de un calendario visigodo.

El Conjunto Arqueológico de la Necrópolis de Carmona


Existen manifestaciones funerarias de los últimos momentos del Bronce y primeros de la Edad del Hierro, junto a las tumbas romanas. De época romana, los más conocidos son los enterramientos colectivos con ritual de incineración. Por su espectacularidad destacan la Tumba del Elefante, santuario dedicado a los dioses Attis y Cibeles, y la tumba de Servilia, una joven que debió pertenecer a una familia de poderosos funcionarios béticos, posiblemente hija de un magistrado.

A la vuelta de la esquina.

Después de lo reseñado anteriormente, podemos concluir que Carmona es una ciudad monumental y cultural en la que el turismo tiene un peso fundamental en la economía local, recibiendo al año más de 100.000 visitas (según fuentes de la Oficina Municipal de Turismo), cifra importante para una localidad de 26.000 habitantes. Y es que en esta localidad se pueden disfrutar de más de 5.000 años de civilizaciones, arte y cultura, hechos que se saborean paseando por sus calles.

Carmona es en sí misma un museo, aunque destacan los siguientes:


El Museo de la Ciudad - Casa Palacio Marqués de las Torres. Muestra la historia de Carmona desde los orígenes (hace un millón de años) hasta la actualidad. Tiene restos arqueológicos del periodo paleolítico, turdetano, andalusí, romano o tartésico, siendo estos últimos de los más importantes. Destaca también la colección pictórica con obras de José Arpa, Rodríguez Jaldón o Valverde Lasarte.
 

Museo de la Necrópolis Romana. Se inauguró en 1885, siendo una de las primeras instituciones museísticas españolas vinculada directamente al yacimiento arqueológico. Esta colección, en su mayoría de los siglos I y II d.C., recoge una buena representación de los ajuares funerarios, entre los que destacan la escultura, epigrafía y pintura mural.
 

Exposición del patrimonio histórico y artístico de la Iglesia Prioral de Santa María de la Asunción. A ella se accede a través del Patio de los Naranjos de la Prioral. En sus cinco salas se exponen objetos de orfebrería desde el s. XIV al XIX: en total 150 piezas de plata. Piezas de orfebrería, imaginería y pinturas, entre las que destaca el Apostolado de Zurbarán, además de otros objetos de interés como la espada de Íñigo de Loyola o el fuero otorgado a Carmona por el Rey Fernando III.

Para comer

Carmona ha conservado un peculiar estilo de cocinar platos variados y de gran calidad. El cultivo de verduras y hortalizas en la fértil vega proporciona las materias primas que son la base de esta cocina tradicional y popular, platos cuya relación sería interminable, aunque destacan las alboronías o las espinacas con garbanzos.

El visitante puede elegir entre la Ruta de las Tapas o la de la Buena Mesa, y de postre destacan los dulces conventuales de Santa Clara o de la Concepción.

Por otro lado, si el turista prefiere la naturaleza, podrá visitar la Cueva de la Batida y el parque zoológico, donde hallará una gran variedad de flora y fauna.

Fuente

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