martes, 17 de noviembre de 2020

Lonja de la Seda de Valencia


La Lonja de Valencia es uno de los edificios emblemáticos de la ciudad, pieza maestra de la arquitectura civil gótica. Se comenzó a construir en 1483 según el proyecto del maestro Pere Compte. El conjunto está formado por tres cuerpos que, observados desde la plaza del Mercado, comprenderían primero el salón de contratación seguido del torreón central y, a su izquierda, el Consolat del Mar.

Fue construida en el llamado siglo de oro valenciano, el siglo XV, cuando la pujanza económica y cultural del Reino de Valencia capitaneaba el liderazgo de la Corona de Aragón por todo el Mare Nostrum. La Lonja de la Seda o de los Mercaderes, en la ciudad de Valencia, es uno de los mejores ejemplos del arte gótico civil en todo el Mediterráneo y una joya arquitectónica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1996.

Al adentrase en su bosque de columnas con forma de palmeras en su magnífico salón, el visitante queda cautivado por la magia de sus enigmáticas esculturas, que esconden secretos y misterios de una sociedad que se abría al Renacimiento, y que aun permanecen ocultos para nosotros.

La silueta del edificio de la Lonja, con su fachada principal recayente a la histórica Plaza del Mercado, integra uno de los rincones más bellos y de mayor valor arquitectónico del casco antiguo de Valencia. Por el lado izquierdo, sobre la tradicional y entrañable galería de porxets, resalta la también gótica Real Iglesia de San Juan del Mercado o de los Santos Juanes, aderezada espléndidamente por el barroco valenciano y declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1947. Y enfrente, el no menos impresionante Mercado Central -con sus cúpulas de hierro, vidrio y cerámica- uno de los edificios más destacados del Modernismo Valenciano, que mantiene su función comercial, como una de las superficies de alimentos frescos más grande de Europa, creando un animado ambiente de olores, sabores y colores, que envuelve al visitante.

En este privilegiado espacio urbano configurado ya con su función comercial y mercantil desde la época medieval, cuando la iglesia de los Santos Juanes era una mezquita, se alza la Lonja en una superficie rectangular de unos 2.000 metros cuadrados. Antes del emblemático edificio que hoy se puede admirar, se levantaba, a finales del siglo XIII, la antigua Lonja, pero el dinamismo económico que iba adquiriendo la ciudad, como cap i casal del nuevo reino creado por el rey Jaime I, hizo que la ciudad decidiera iniciar la construcción de una nueva lonja, más acorde con las necesidades y de mayor ornato.

La primera piedra se colocó en el año 1482, tras adquirir el Consejo de la Ciudad 25 casas para derribarlas y obtener el espacio para el nuevo edificio, aunque las obras comenzaron un año después. El artífice de esta obra fue el ingeniero y arquitecto valenciano Pere Compte, que no pudo ver concluida su obra totalmente y, tras su muerte, varios maestros continuaron las obras de la parte del edificio destinada al Consulat del Mar, comenzadas por el maestro en el 1498 y finalizando éstas en el año 1548.


Un Espacio Comercial

La Lonja era el edificio de la ciudad de Valencia destinado a la realización de transacciones mercantiles, relacionadas con el próspero comercio que caracterizó a la ciudad en el siglo XV -al no verse afectada por los problemas políticos que si tenían Cataluña y Aragón- y con el papel protagonista de una naciente burguesía urbana. En este contexto de predominio comercial y urbano se justifica un edificio como la Lonja.

El comercio se constituyó como la base de la economía valenciana en este periodo y Valencia fue un foco de intercambio fundamental en el contexto mediterráneo, siendo puerto de Castilla y manteniendo relaciones comerciales con ciudades francesas, italianas y del norte de África. La moneda del Reino de Valencia era fuerte y la ciudad se enriqueció y desarrolló tanto desde el punto de vista económico, como cultural y artístico. De esa época aún se pueden admirar en la ciudad magníficos edificios civiles, militares y religiosos, además de excepcionales y bellísimas obras de arte en las salas de sus museos.


El Edificio

La Lonja de Valencia está formada por tres cuerpos claramente diferenciados y un jardín, denominado Patio de los Naranjos, que unifica el conjunto en un rectángulo perfecto. Aproximadamente la mitad de su superficie la ocupa el grandioso salón columnario donde se ubicaba la Sala de Contratación. Los acuerdos comerciales se efectuaban en este espacio, uno de los más relevantes del edificio, que junto a la torre, donde se situaba la capilla en la parte baja, y la cárcel de mercaderes en las estancias superiores constituían el núcleo inicial de la construcción.

El salón columnario está dividido en tres naves longitudinales y cinco transversales, en función de las ocho columnas exentas que soportan las bóvedas. Su altura de 17,40 metros transmite una singular monumentalidad a las columnas helicoidales –a modo de amarras de barco o madejas de seda- que, como palmeras mediterráneas, se abren al llegar al techo para convertirse en las nervaduras de las bóvedas, en su tiempo pintadas de azul con estrellas de pan de oro.

El pavimento de esta gran sala, que sigue cautivando a los viandantes cuando pasan por la gótica puerta abierta a la plaza del Mercado, está formado por piezas de mármol negras, blancas y de color canela, que se unen en algunos puntos para formar estrellas de seis puntas rodeadas de cuadrados.

Destaca en la sala la cenefa que recorre los muros, a unos 11 metros de altura, con letras pintadas en dorado sobre fondo oscuro que recuerdan a los comerciantes los deberes de todo mercader cristiano:
“….Compatricios, comprobad y ved, cuán bueno es el comercio
que no lleva el fraude en la palabra, que jura al prójimo y no le falta,
que no de su dinero con usura…”

En esta Sala se instaló la Taula de Canvis, instituida en 1407 por el Consejo Municipal de la Ciudad que obtuvo gran prestigio por su solvencia y volumen de operaciones bancarias. Actualmente la Taula o Mesa en la que se realizaban las transacciones mercantiles, así como la Primera Letra de Cambio conocida en España, se encuentra en el Archivo Municipal de Valencia.

Taula_de_canvis2


En la planta baja del Torreón, segundo cuerpo del edificio, se ubicaba la capilla dedicada a la Inmaculada Concepción, con molduras góticas y bóveda de crucería, mientras que los dos pisos altos se destinaban a cárcel de mercaderes declarados en quiebra o morosos en el pago.

Una artística verja, procedente de la antigua Casa de la Ciudad, separa la capilla del salón columnario, desde el que una puerta da acceso a la magnífica escalera de caracol, de piedra, sin eje interior, verdadero alarde técnico del genial Pere Compte. Llamada “de ojo” o “sin nabo”, sus peldaños se apean en el muro cilíndrico en el que se desarrolla, dejando el centro hueco. Una muestra de la complejidad y el grado de evolución técnico alcanzado por la canterería valenciana en los siglos XIV y XV.

El Consulado del Mar es el tercer cuerpo del edificio, al que se accede desde el salón columnario y a través del Patio de los Naranjos, por una escalera exterior. De vocación renacentista, cabe destacar, en la parte alta de la fachada recayente a la plaza del Mercado, la galería corrida de arcos y los cuarenta medallones representando el busto de emperadores romanos y personajes ilustres.

En su planta baja se encuentra un salón que albergó el famoso tribunal de comercio. El Consulat conserva un espléndido artesonado de madera policromada y esculpida, procedente de la desaparecida Casa de la Ciudad, y un gran lienzo de Espinosa, de 1662, preside la sala. El Tribunal del Consolat del Mar fue una antiquísima institución valenciana que desde el siglo XIII se ocupó de los asuntos marítimos y mercantiles, recogidos desde 1407 en un Códice, el Llibre del Consolat del Mar, valioso incunable del Archivo Municipal de Valencia.


Un Templo dedicado al Comercio

La Lonja de Valencia fue concebida como un templo dedicado al comercio y tiene en todos sus elementos un acentuado carácter simbólico, a través del que se ha querido ver, por ejemplo, la representación del paraíso, con las columnas como árboles y las cúpulas en el lugar de la bóveda celeste.

Destaca la gran variedad temática de su arquitectura y escultura, con un papel predominante de las representaciones heráldicas de la ciudad de Valencia, dotadas de gran simbolismo.

Entre los elementos decorativos, sobresalen las 28 gárgolas góticas -con la utilidad práctica además de recoger las aguas pluviales de las cubiertas-, en la parte alta del monumento, con una alegoría de figuras fantásticas, monstruosas o satíricas, que han generado multitud de debates sobre sus enigmáticos simbolismos.

Las portadas y ventanales ojivales, impostas, molduras, pináculos y capiteles, con gran profusión de una florida decoración, esconden también pequeñas figuras esculpidas de temas religiosos y profanos, algunos de los que hoy en día siguen guardando el misterio que el maestro cantero quiso imprimirles.

En la Lonja de Valencia, la arquitectura y la escultura, se combinan a la perfección en un resultado único en su género, además de poseer una función social y mercantil que no ha perdido a lo largo de los siglos, lo que le ha conferido entrar, por derecho propio, en el reducido y privilegiado listado de bienes considerados Patrimonio de la Humanidad. – Fuente>>


Patrimonio de la Humanidad de Valencia

Fue nombrado Monumento Nacional desde el año 1931,8​y la Unesco declaró la Lonja de la Seda Patrimonio de la Humanidad el 5 de diciembre de 1996,9​ como «ejemplo totalmente excepcional de un edificio secular en estilo gótico tardío, que ilustra de manera espléndida el poder y la riqueza de una de las grandes ciudades mercantiles del Mediterráneo», siendo considerada como uno de los más brillantes ejemplos del gótico civil europeo.
Las fachadas rectangulares de piedra picada, los suntuosos medallones renacentistas, las artísticas esculturas y gárgolas, las perfectas proporciones de las puertas y ventanas, de los escudos y de los merlones, recuerdan el esplendor del gótico tardío valenciano.
En el año 2013, gracias a un novedoso método de valoración específicamente diseñado para inmuebles histórico-artísticos, se estimó el valor de la Lonja entre 350 y 400 millones de euros.
 
La Lonja de la Seda se sitúa en el mismo centro de la ciudad (barrio del Mercado), delante de la plaza del Mercado, calificada por numerosos cronistas como un escenario colorista y ruidoso dotado de una sensualidad muy especial.
Construido entre 1482 y 1533, este conjunto de edificios se destinó desde un principio al comercio de la seda y desde entonces ha venido desempeñando funciones mercantiles. Obra maestra del gótico flamígero, la lonja y su grandiosa Sala de Contratación ilustran el poderío y la riqueza de una gran ciudad mercantil mediterránea en los siglos XV y XVI.
Unesco, 5 de diciembre de 1996 Declaración como Patrimonio de la Humanidad
Vista exterior.
Vista exterior.

La Lonja del Aceite

Cerca la plaza de la Compañía, detrás de la actual Lonja, existía una anterior que, según Manuel Sanchis Guarner, está documentada desde antes de 1341 y recibía el nombre de Llotja de l’Oli (Lonja del Aceite). Esta lonja, según el mismo autor, estaba parcialmente abierta, es decir, respondía a la tipología de loggia italiana (edificio abierto por uno o más lados, sustentado por arcos o columnas). La Lonja del Aceite, no solo se empleaba para el comercio de este producto, sino para todo tipo de operaciones mercantiles.

La Lonja desde la plaza de la Companyia.
La Lonja desde la plaza de la Companyia.

La seda

El nombre que recibe el edificio de Lonja de la Seda deriva del hecho que el tejido de seda era desde el siglo XIV al siglo XVIII la industria más potente de la ciudad. En el siglo XIV ya había sederos locales, mayoritariamente judíos, y más tarde conversos, agrupados en 1465 en la «cofradía de la Virgen de la Misericordia», bajo cuya advocación hay una capilla en la Lonja construida entre 1484 y 1486.

Cuando se estaba edificando la Lonja de la Seda, la industria sedera de Valencia tuvo un gran auge, traducido en los 293 maestros sederos censados en la ciudad en 1487.

Al final del siglo XVII, tan importante era la seda en las transacciones comerciales que la Lonja de Mercaderes pasó a ser conocida como de la Seda.

​Durante la segunda mitad del XVIII fue el momento de máximo esplendor: veinte cinco mil personas se dedicaban a la industria de la seda en la ciudad, que contaba con más de tres mil telares. Así mismo, a partir de 1790 empezó el ocaso de la industria sedera en Valencia, que nunca más volvió a remontar. No obstante, la lonja ha mantenido su nombre tradicional hasta nuestro días, en homenaje a la que fue pionera industria valenciana durante tantos siglos.


Patio de los Naranjos


Otro de los elementos de La Lonja es su jardín, llamado Patio de los Naranjos, al cual se accede a través de la puerta de la Sala de Contratación, que se encuentra llena de detalles escultóricos. El lugar es un espacio tranquilo y relajante que cuenta con diversos naranjos y cipreses y con una fuente central en forma de estrella de ocho puntas. A su alrededor, hay unos bancos de piedra para descansar mientras se observan las satíricas gárgolas, los detalles de la fachada de poniente de la Sala de Contratación y los de la puerta del Consulado del Mar, al que se puede acceder desde el mismo patio a través de una amplia escalera de piedra al aire libre. Según Joan Fuster, en este patio se celebraban fiestas y ceremonias cuando venían los reyes de la dinastía de los Austria.

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