La catedral de Santa María de Regla de León es un templo de culto católico, sede episcopal de la diócesis de León, España, consagrada bajo la advocación de la Virgen María. Fue el primer monumento declarado en España mediante Real Orden de 28 de agosto del año 1844 (confirmada por Real Orden el 24 de septiembre del año 1845).
Iniciada en el siglo xiii, es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa ‘Bella Leonesa’, se encuentra en pleno Camino de Santiago.
La catedral de León se conoce sobre todo por llevar al extremo la «desmaterialización» del arte gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión para ser sustituidos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo.
Historia
Construcciones anteriores
Las termas romanas
Originariamente, en la actual ubicación de la catedral, la Legio VII Gemina había construido unas termas, con un tamaño superior al del actual edificio. Durante la gran restauración del edificio que se llevó a cabo en el siglo xix fueron descubiertos sus restos bajo la catedral, y en el año 1996 se exploraron otros junto a la fachada sur. Poco queda de estas primitivas edificaciones, apenas algunos vestigios de mosaicos, tégulas y cerámicas, hoy expuestas en el museo catedralicio. Otros, como el hipocausto, permanecen aún bajo el solar catedralicio.
La primitiva catedral
Durante la reconquista cristiana, las antiguas termas romanas fueron convertidas en palacio real. En el año 916 el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la victoria, cedió su palacio para construir la primera catedral. Bajo el episcopado de Fruminio II, fue transformado el edificio en lugar sagrado. El templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros existentes durante la mozarabía leonesa. Siguiendo la tradición cristiana de enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad “venida de Dios”, aquella sencilla catedral muy pronto se vio enriquecida con los restos del rey Ordoño II, fallecido en Zamora en el año 924.
Hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del siglo x, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados en la fábrica de la catedral debieron de ser inmediatamente reparados, ya que el año 999 era coronado en ella, en un acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V. Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el año 1067 el estado de la catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I de León, quién, después de trasladar los restos de San Isidoro de Sevilla a León, «se volcó en favores a la misma». Con este rey se inició una época pacífica, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del arte Románico.
La catedral románica
Con la ayuda de la infanta Urraca de Zamora, hermana del rey, se inicia la construcción de una segunda catedral, acorde con las aspiraciones de la ciudad, y de estilo románico. Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Cuando el arquitecto Demetrio de los Ríos, entre los años 1884 y 1888 excavó el subsuelo de la catedral para reponer el pavimento y cimentar los pilares, encontró parte de los muros y fábrica de aquella segunda catedral. A través del plano que él mismo dibujó, podemos apreciar como se configuraba todo dentro de la gótica: era de ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado el central a Santa María, como en la iglesia anterior.
También se construyó un claustro en el lado norte. Esta nueva iglesia tuvo unas dimensiones considerables, midiendo 60 metros de longitud y 40 metros de anchura máxima. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales del románico, contemplando lo que ha pervivido de su estatutaria podemos averiguar que tenía su carácter autóctono, utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Fue consagrada el 10 de noviembre del año 1073 durante el reinado de Alfonso VI. Es de suponer que en ella trabajasen los mismos canteros que estaban construyendo la Basílica de San Isidoro de León.
Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último rey privativo de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.
Construcción de la catedral gótica
La construcción de la tercera catedral se inicia hacia el año 1205, pero los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta el año 1255, bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso X de Castilla, siendo esta nueva catedral de estilo enteramente gótico.
El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, seguramente natural de Francia, y que ya había trabajado anteriormente en la catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica de la isla de Francia. Falleció en el año 1277 y fue sustituido por el español Juan Pérez. En el año 1289 fallecía también el obispo Martín Fernández, cuando la cabecera del templo ya estaba abierta al culto. La estructura fundamental de la catedral se finaliza pronto, en el año 1302 abriendo el obispo Gonzalo Osorio la totalidad de la iglesia a los fieles, aunque en el siglo xiv aún se terminaría el claustro y la torre norte, y la torre sur no se finalizó hasta la segunda mitad del siglo xv. Esta prontitud en las obras le da una gran unidad de estilo arquitectónico.
La catedral de León, se inspira en la planta de la catedral de Reims (aunque de menor superficie), que bien pudo conocer el maestro Enrique. Al igual que la mayoría de catedrales francesas, la de León está construida con un módulo geométrico basado en el triángulo (ad triangulum), cuyos miembros se relacionan con la raíz cuadrada de 3, al que responden la totalidad de sus partes y del todo. Este aspecto, como la planta, los alzados, y los repertorios decorativos y simbólicos convierten esta catedral en un auténtico edificio transpirenaico, alejado de la corriente hispánica, que le ha merecido los calificativos de «la más francesa de las catedrales españolas» o el de Pulchra Leonina, pues si sus rasgos en planta se relacionan con el gótico champaniense, parte de sus alzados están estrechamente ligados con los de la catedral de Saint Denis, dentro ya de la corriente radiante que se observa en Francia a partir de 1230 y de hecho puede ser considerado como caso único de edificio completamente concebido y construido dentro del Gótico radiante fuera de Francia durante el siglo XIII.
Geográficamente tampoco es ajena a aquel mundo, pues aunque levantada en la vieja capital de los reyes leoneses, la ciudad era uno de los hitos más importantes del Camino de Santiago, también llamado Camino Francés. La composición arquitectónica de las portadas de la fachada oeste del templo parece inspirarse en los portales de los cruceros de la catedral de Chartres, mientras que para la peculiar cuestión del emplazamiento de las torres, separadas de la nave central y fuera de las laterales, se han propuesto antecedentes como las fachadas-pantalla de las catedrales góticas inglesas, la solución de los cruceros de la catedral de Saint Denis o más locales, como la fachada oeste de la catedral de Santiago de Compostela antes de sus importantes reformas barrocas.
También influencia francesa es el desarrollo del presbiterio, con la idea inicial de colocar allí el coro según la costumbre de aquellos. Individual leonés es la ubicación del claustro y la no continuidad de las cinco naves de la cabecera en el cuerpo del templo, que se reducen a tres.
Como rasgo característico más importante, goza la catedral leonesa de alcanzar el summum lumínico de todas las catedrales, con un espacio inmenso de vidrieras al reducirse la estructura pétrea de sustentamiento al mínimo posible, llegando a superar así técnicamente a las mismas catedrales francesas.
El problema fue que gran parte del solar se asienta sobre restos romanos, hipocaustos del siglo ii, lo que dificultó la buena cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionó graves inconvenientes a los maestros. Por otra parte, la mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mediocre calidad, de tipo calizo, con escasa resistencia ante los agentes atmosféricos.
Además, la sutilidad de su estilo es un desafío a la materia; los numerosos soportes son sumamente frágiles, las líneas se reducen a una depuración total, de modo que varios arquitectos de la época pusieron en duda que tal proyecto pudiera mantenerse en pie. Esta estructura casi inverosímil junto con la mala calidad de la piedra y la pobre cimentación, provocaron que desde el siglo x sufriera constantes intervenciones y restauraciones, convirtiendo al templo en el paradigma europeo de intervenciones de transformación, restauración y conservación.
La leyenda del topo
Sobre la puerta de san Juan, por el interior, cuelga un pellejo, a modo de quilla, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un «topo maligno». Según cuenta la leyenda, el topo destrozaba lo construido a lo largo del día durante la noche en los primeros momentos de la magna obra del templo. Impacientándose los leoneses porque la obra de la prometida catedral no avanzaba, decidieron acabar con aquel ser maligno que no dejaba avanzar los trabajos: algunos de ellos lo esperaron durante la noche y acabaron con él a garrotazos. En recuerdo de aquel acontecimiento y en agradecimiento a la Virgen María, titular del templo, la piel del animal fue colgada en el interior de la catedral, sobre la citada puerta, en la fachada oeste.
La realidad que esconde la leyenda es que las obras de la catedral de León se encontraron con numerosos problemas de cimentación, sobre un terreno muy inestable que, ya por entonces, había acogido muchas y diversas construcciones. Por su parte, lo que hoy podemos contemplar en la penumbra sobre la ya mencionada puerta del templo catedralicio demostró durante los años 90 ser en realidad un caparazón de tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto, aunque se presupone que se trataría de la ofrenda realizada por algún hombre de poder a la catedral, insertándose tal elemento en la antigua tradición (clave en la constitución de numerosos museos) del coleccionismo de Antigüedades y Rarezas.
Época de reformas y problemas constructivos
La extrema fragilidad del edificio dio problemas muy pronto. En el siglo xv, la construcción de torrecillas huecas por el maestro Justín en la zona sur (la «silla de la reina») y en la zona norte («la limona») mejoró los empujes de los arbotantes hacia la cabecera, pero la frágil estructura siguió con problemas. Por entonces, el maestro Justín terminó la torre sur en estilo gótico flamígero. También se construyeron los remates triangulares de los hastiales norte y sur. En los últimos años del siglo xv, se lleva también a cabo la construcción de la Librería (actual capilla de Santiago) por Juan de Badajoz padre e hijo, en estilo gótico flamígero. También el coro es obra de este siglo, así como las pinturas de Nicolás Francés y el retablo.
A principios del siglo xvi, Juan de Badajoz el Mozo construyó el remate del hastial occidental en estilo plateresco, excesivamente pesado y alto. También construyó una sacristía plateresca para la catedral, en el lado sur-este, y rehízo las bóvedas del claustro. En el interior del edificio destacó la construcción del trascoro.
En el siglo xvii se reanudaron los problemas. En el año 1631 se derrumbó parte de la bóveda central del crucero. El cabildo recurrió a Juan de Naveda, arquitecto de Felipe IV de España, quien cubrió el crucero con una gran cúpula, rompiendo los contrarrestos del sistema gótico, tan distintos de los del barroco. El excesivo peso provocaría el desplazamiento de las cargas radiales hacia el hastial sur ante la debilidad de los arcos torales y al fallar también los cimientos. La linterna se cerró provisionalmente en el año 1651 pero a finales del siglo ya se advertían algunas fallas en la cúpula que desviaba su eje hacia el sur. El quebrado hastial sur tuvo que ser reedificado por Conde Martínez en el año 1694, sustituyendo el hastial gótico por una espadaña barroca.
Quiso poner remedio a estos desastres Joaquín de Churriguera levantando cuatro grandes pináculos alrededor de la cúpula y sobre los pilares del crucero, a principios del siglo xviii, pero las consecuencias de esta intervención serían nefastas. Por León fueron desfilando grandes arquitectos, como Giacomo de Pavía, mientras los males seguían agravándose. El terremoto de Lisboa del año 1755 conmovió a todo el edificio, afectando de manera especial a los maineles y a las vidrieras. Se abrieron grandes grietas en la fachada sur, por lo que fue necesario cegar el triforio, desmontar el rosetón, y sustituirlo por una ventana doble geminada.
En el año 1830 aumentaron los desprendimientos de piedras en el hastial sur y, para salvarlo, Fernando Sánchez Pertejo tuvo que reforzar los contrafuertes de toda la fachada.
La gran restauración del siglo xix
En el año 1844, el mal estado del edificio hizo que el Estado tuviera que acudir a su reparación, fecha en que la catedral de León fue declarada Monumento Nacional, el primero del patrimonio español. En el año 1849 el jesuíta P. Ibáñez diseñó y colocó un nuevo rosetón para el hastial sur.
Poco después, el cabildo temió un desenlace fatal cuando en el año 1857 comenzaron nuevamente a caer piedras del crucero y la nave central, cundiendo el temor de una ruina total de la catedral, que se extendió por España y por toda Europa. Intervino entonces la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y el gobierno encargó las obras a Matías Laviña en el año 1859. Sin embargo, este desconocía el funcionamiento del edificio gótico al tener una formación clasicista. Desmontó la cúpula de media naranja y los cuatro pináculos que la flanqueaban debido a su excesivo peso, y prosiguió desmontando el crucero y toda la fachada sur. Pero el peligro de un total hundimiento se hacía más inminente. Las críticas que provocaron sus decisiones le llevaron a la muerte en el año 1868.
A su muerte se responsabilizó de las obras Andrés Hernández Callejo, quien pretendía seguir desmontando el edificio, cuando fue cesado en el cargo. En el año 1868 se encargó la obra a Juan de Madrazo, amigo de Viollet-le-Duc, el gran restaurador francés, sin duda el mejor restaurador de España y buen conocedor del gótico francés, que aplicaba las teorías de aquel. Para contener el deterioro del edificio y, al mismo tiempo, proceder a su reconstrucción, Juan de Madrazo proyectó su admirable sistema de encimbrado de las bóvedas altas. El encimbrado fue una complejísima trabazón de carpintería, que sirvió para sostener todos los empujes del templo mientras se procedía a la reconstrucción de toda la fachada sur y del crucero desmontados. Además, Madrazo modificó notablemente la disposición de las bóvedas, y volvió a rehacer desde la arcada la fachada sur, inspirándose en la norte, incluyendo el perdido rosetón. El nuevo hastial triangular fue también inspirado por el existente en la fachada norte. En general, planeó todo el templo tal y como lo encontramos hoy. El objetivo era conseguir la Pulchra Leonina, es decir la catedral en su estado primigenio de gótico puro, eliminando todo aquello que alterara esa pureza. El momento más importante tuvo lugar en 1878, cuando se retiraron las cimbras y el edificio resistió inmutable. Los equilibrios del gótico se habían repuesto. Pero el carácter progresista de Juan de Madrazo le hizo tomar partido en los graves momentos sociales que sacudían entonces España (el Sexenio Democrático o Revolucionario), enfrentándose con el cabildo, el obispo y la sociedad conservadora leonesa, quienes le acusaron de masón, protestante y anticatólico, declarándose él mismo como deísta o ateo. Cuando estaba edificando el hastial sur y después de haber sostenido toda la catedral con su asombroso encimbrado de madera que provocó visitas de técnicos de toda Europa, fue destituido en el año 1879, falleciendo de los disgustos pocos meses después.
A Juan de Madrazo le sucedió en el cargo Demetrio de los Ríos en el año 1880. Purista, como el anterior, continuó dando a la catedral el aspecto gótico primitivo, según su pensamiento racionalista, y desmontó el hastial occidental plateresco, que había sido hecho por Juan López de Rojas y Juan de Badajoz el Mozo en el siglo xvi, sustituyéndolo por un diseño neogótico análogo al recién construido en la fachada sur. También terminaría de reconstruir las bóvedas del crucero y de la nave central, además de introducir algunos nuevos diseños, perfiles y motivos ornamentales neogóticos en diversas partes del edificio.
A su muerte fue nombrado arquitecto de la catedral Juan Bautista Lázaro, que concluyó los trabajos de restauración arquitectónica en la mayor parte del edificio. En el año 1895 emprendió la ardua tarea de recomponer las vidrieras. Estas llevaban varios años desmontadas y almacenadas, con grave deterioro. Fue ayudado por su colaborador, Juan Crisóstomo Torbado. Se reabrió un taller de vidrieras al estilo medieval para su restauración y composición de otras nuevas. Se decidió también aislar la catedral de su entorno urbano más próximo para resaltar su monumentalidad, lo que acarreó la desaparición de varias dependencias anexas, y su conexión con el Palacio Episcopal a través de la Puerta del Obispo.
Finalmente, concluida la restauración, en el año 1901 la catedral fue reabierta al culto. Ya no era un edificio en peligro, sino que había recobrado el esplendor del gótico, principalmente con la sustitución de los hastiales oeste y sur y la eliminación de la cúpula barroquizante. En aras de mantener el delicado equilibrio, nunca se permitió elevar flecha alguna sobre el crucero, pese a que hubo proyecto al respecto. Hoy la catedral de León es el monumento gótico más armónico de España.
La gran restauración decimonónica verificó la recuperación de la estabilidad de un edificio que había arrastrado graves problemas en su estructura a lo largo de los varios siglos de su existencia. Puede afirmarse que esta restauración fue una de las más complejas y arriesgadas realizadas en Europa en el siglo xix Los minuciosos cálculos sobre la estabilidad de bóvedas, los portentosos sistemas de carpintería armados a gran altura y los sistemas de cantería puestos en práctica para la reparación y reconstrucción de bóvedas de la catedral de León sirvieron de modelo para la restauración posterior de otras grandes catedrales españolas, como la de Sevilla o Burgos. Pero también fueron referencia imprescindible en toda Europa para restaurar edificios que décadas más tarde resultarían dañados seriamente en su esqueleto estructural como consecuencia de catástrofes bélicas. El elevado mérito de estos trabajos fue reconocido en su momento, pues en el año 1881, Juan de Madrazo recibió a título póstumo la Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes por sus proyectos de restauración de la catedral de León.
Restauraciones de los siglos XX y XXI
Los trabajos de restauración continuaron levemente en el siglo xx, sobre todo en las primeras décadas. En el año 1911 Manuel Cárdenas destruiría lamentablemente la Puerta del Obispo, edificio civil que unía la catedral con el Palacio Episcopal. En el año1930, Juan Crisóstomo Torbado terminaría la verja exterior iniciada en 1794, cerrando todo el atrio. Este arquitecto acometería después la restauración del claustro.
En el año 1963 el arquitecto Luis Menéndez Pidal reharía la rosa calada del remate triangular del hastial sur, imitando el del norte.
El 27 de mayo del año 1966, un incendio motivado por la caída de una chispa de un rayo arrasó toda la techumbre de las naves altas, aunque por suerte las consecuencias no fueron graves gracias a la intervención del maestro Andrés Seoane la techumbre se pudo reparar.
En las últimas décadas se ha estado trabajando con gran intensidad en el refuerzo de las estructuras y en el tratamiento y limpieza de la piedra con las más novedosas técnicas, en un esfuerzo por conservar para la Humanidad esta maravilla arquitectónica.
Desde el año 2009 también se están llevando a cabo la restauración y consolidación de las vidrieras, usando las más modernas técnicas. Se usan vidrios de protección para cerrar los vanos y un acristalamiento isotérmico para proteger y conservar la vidriera de los efectos atmosféricos, así como mallas metálicas protectoras exteriores. La financiación ha sido llevada a cabo por el ministerio de Cultura del Gobierno de España y por la consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, mediante el proyecto cultural «Catedral de León, el sueño de la luz». Este proyecto permitió la visita guiada para conocer la restauración de las vidrieras. No se prevé que los trabajos de restauración concluyan antes del año 2020, siendo los últimos dos años de la misma los que más oculten la fachada principal.
Exterior
Fachada occidental
Fachada
Fachada occidental de la catedral con su iluminación nocturna.
La fachada occidental es la principal de la catedral, y por la que normalmente se accede al templo. Consta de un triple pórtico ojival similar al de la catedral de Reims. En las jambas, arquivoltas, tímpanos y parteluces de las portadas se desarrolla un trabajo escultórico de destacado papel en el gótico español, actuando de filtro de la influencia francesa. Encima del pórtico, se sitúa el gran rosetón central, con vidrieras de finales del siglo xiii. El hastial triangular neogótico actual fue construido por Demetrio de los Ríos a finales del siglo xix durante su restauración, siendo desmontado el anterior plateresco del siglo xvi.
Torres
Perspectiva de las torres de la Catedral.
La fachada se encuentra flanqueada por dos torres góticas de 65 y 68 metros respectivamente. El hecho que las torres sean diferentes, en forma y altura, responde a momentos diferentes de la construcción y es bastante típico del gótico. La torre norte o de las campanas fue iniciada en el siglo xiii y terminada en el siglo xiv, siendo más sobria y maciza, terminada en una aguja cerrada. La torre sur o del reloj se inició también en el siglo xiii, pero no fue concluida hasta finales del siglo xv, momento en el que el maestro Justín le dio remate. Su estilo es gótico flamígero, con una aguja calada, estando menos acorde con el resto del edificio que su compañera. Las torres de la catedral de León presentan la particularidad de estar adosadas a las naves laterales, en lugar de surgir de ellas. Esto permite la curiosa vista de los arbotantes de las naves laterales desde la fachada occidental.
Portadas
Triple pórtico occidental de acceso al templo.
Realizadas en la segunda mitad del siglo xiii, las riquezas de las portadas de la catedral de León la convierten en el máximo exponente de la escultura gótica española. El triple pórtico occidental se encuentra dedicado en los laterales a San Francisco y a San Juan Bautista, mientras la portada principal representa el Juicio Final. La influencia francesa se evidencia en esta portada principal, realizada en torno al año 1270. De esta, destacan los personajes de las jambas y Nuestra Señora La Blanca en el parteluz, hoy sustituida por una copia ejecutada por Andrés Seoane. Las figuras presentan el naturalismo propio del gótico que se impone sobre el simbolismo y hieratismo románicos. El trabajo de los pliegues en los ropajes, la expresión e individualización de los rostros y la sensación de movimiento son las principales características. El modelo de Nuestra Señora La Blanca o Virgen Blanca destaca por su humanidad, conseguida en gran parte, por la sonrisa que recuerda al Ángel de la Anunciación de la catedral de Reims.
La portada izquierda, o “de San Juan”, en el tímpano se muestra el Ciclo de la Natividad de Jesús: Visitación, Nacimiento, Adoración de los Pastores, Herodes, Epifanía y Matanza de los Inocentes, con un gran sentido de la narratividad. En las Arquivoltas aparece una alusión del árbol de Jesé, en relación con la genealogía de Cristo e historias relacionadas con la vida de San Juan Bautista, dando el nombre a la puerta.Entre esta portada y la siguiente, aparece el locus apellationis, columna ante la que se administraba justicia en el Reino de León, según normas que se remontan al Fuero Juzgo y al leonés del año 1020, y que provoca la asimilación de Alfonso X, patrocinador del templo, con la figura del rey Salomón, representado al fondo sobre la columna.
La portada central, “de la Virgen Blanca” o del Juicio Final, está presidida por el Cristo Juez que muestra sus estigmas, mientras los ángeles portan los instrumentos de su martirio y la Virgen y San Juan se arrodillan como principales intercesores. Bajo el y en las arquivoltas se desarrolla el juicio en el que san Miguel pesa las almas (psicostasis) y separa a los bienaventurados que van al paraíso (incluidos Alfonso X o San Francisco, que aparecen con varios instrumentos de música), de los condenados que sufren los tormentos del infierno, siendo devorados por demonios o siendo introducidos en calderas hirviendo. En las arquivoltas aparecen escenas de la resurrección de los santos. El parteluz de ambas puertas es presidido por una reproducción de la “Virgen Blanca” con el Niño en las manos (la original está guardada en el interior del templo, en la capilla del mismo nombre), siendo la escultura más representativa de la catedral y una de las de más calidad del gótico español. Junto a las puertas, aparecen esculturas de santos, evangelistas y protagonistas del Antiguo Testamento. Destaca la escultura de Santiago (reconocida por la concha de su gorro suyo pedestal está gastado, según la tradición, por las manos de los peregrinos a su paso por León de camino hacia Santiago de Compostela.
La portada de la derecha, o “de san Francisco”, está dedicada a la Virgen, relatando el tímpano la muerte y coronación de María y portando las arquivoltas varios concejos de ángeles, y en el exterior, las cinco vírgenes prudentes frente a las cinco necias. Las jambas albergan figuras de varios profetas de distinta cronología.
Fachada sur
Fachada
Se extiende hacia Puerta Obispo, orientada al sur del templo. Fue la zona que más sufrió los problemas constructivos de la catedral, llegando a ser reconstruida en varias ocasiones. En el siglo xvii, el triforio fue cegado, y se colocó un hastial barroco en forma de espadaña, y el siglo xviii, tras el terremoto de Lisboa, su rosetón fue desmontado y sustituido por una ventana doble barroca. Afortunadamente, durante las grandes restauraciones de finales del siglo xix, Matías Laviña proyectó la fachada actual, construyendo un nuevo rosetón, triforio y hastial neogóticos, imitando la fachada norte, que nunca fue retocada. A la derecha del gran rosetón encontramos la torrecilla denominada “silla de la reina”, realizada en el siglo xv por el maestro Justín, y que servía para recoger los empujes de los arbotantes hacia la cabecera.
Portadas
La portada sur también cuenta con tres pórticos, al estilo de las catedrales góticas francesas, realizados entre 1265 y 1275.
La portada izquierda es la denominada «de la muerte», por la configuración que acompaña al tamizado heráldico de Castilla y León. No posee decoración en el tímpano, solo en las arquivoltas y jambas. El nombre de Puerta de la Muerte procede de una figura de un esqueleto con alas, colocado en época posterior en una de las ménsulas.
La central, llamada “del sarmental” es muy similar a la puerta del sarmental de la catedral de Burgos, representando a Cristo sedente como Pantocrátor mostrando el Libro de la Ley, y rodeado del tetramorfos: El toro (Lucas), el águila (san Juan), el león (San Marcos) y el hombre (San Mateo). A sus lados aparecen evangelistas sentados, escribiendo sobre pupitres. Ángeles y ancianos del Apocalipsis con instrumentos musicales adornan las arquivoltas. El parteluz está ocupado por una estatua de San Froilán.
Portada del sarmental en la fachada sur, san Froilán preside el parteluz.
La portada derecha, llamada “de san Froilán”, muestra en su tímpano escenas de la vida del santo, su muerte y el traslado de sus reliquias a la catedral leonesa. Las arquivoltas están decoradas con ángeles. Esta portada tuvo gran importancia en la Edad Media pues por ella entraba el obispo, al estar situado enfrente el Palacio Episcopal. Además, también era empleada por todos los peregrinos que entraban por una puerta de la muralla cerca de la catedral para visitar los restos del santo. Actualmente se encuentra cegada.
Fachada norte
Fachada
La fachada norte de la catedral se encuentra poco visible debido a que se encuentra justo encima del claustro, lo que impide su visibilidad total a no ser desde el mismo o desde las alturas de la ciudad. Consta de un hastial con triforio presidido por un gran rosetón con vidrieras de finales del siglo xiii. El remate del hastial triangular y su rosa calada es del siglo xv, y fue usado como modelo para la reconstrucción de los hastiales de los lados sur y oeste en las restauraciones de finales del siglo xix. A la izquierda de la fachada está otra torrecilla, “la limona”, realizada en el siglo xv para recoger los empujes de los arbotantes hacia la cabecera. Esta fachada no ha sido retocada por las grandes restauraciones, permaneciendo inalterada desde su construcción.
Portadas
En su origen constaba, como en los casos anteriores, de una portada triple, pero no da al exterior del templo, sino que está cubierta por la estancia de acceso al claustro.
La portada izquierda fue cegada y desapareció con la construcción del claustro.
La portada central, llamada “de la Virgen del dado” se llevó a cabo en la última década del siglo xiii y aún conserva la mayoría de la policromía, del siglo xv. En el tímpano, un Cristo bendice desde la almendra mística que sujetan los ángeles y flanquean los Evangelistas. En el parteluz aparece la escultura de la “Virgen del dado”, llamada así por la leyenda sobre un soldado que arrojó sus dados a causa de una adversidad en el juego, hacia el rostro de Niño, que sangró milagrosamente (frente a ella se representa el milagro en una vidriera). En las jambas aparecen Pablo, Pedro, Santiago, Mateo y la Anunciación a María.
Portada policromada de la Virgen del Dado en la fachada norte, que da acceso al claustro.
La portada derecha se usa como entrada y salida a la estancia que da salida al claustro. El tímpano no es escultórico, sino que posee una pintura gótica de la Virgen con el Niño. En las arquivoltas hay figuras vegetales. También conserva la policromía.
La catedral de León cuenta con tres naves y un transepto. La nave central mide 90 metros de largo y 30 de altura, mientras que las dos naves laterales miden 15 metros de altura, y se unen a través de la girola. Desde el exterior, son perfectamente visibles todos los contrafuertes, los arbotantes y los pináculos a lo largo de las naves, que sirven para desviar los empujes del edificio al exterior y poder perforar las naves con grandes ventanales. También existen gran cantidad de gárgolas, con forma de animales o monstruos míticos, que servía para escupir al exterior el agua que caía del tejado a través de los arbotantes.
De cara al exterior lo más importante es el reemplazo de los muros de piedra por los vanos con vidrieras. Las dos naves laterales están perforadas con vanos desde la fachada occidental hasta el transepto, constituyendo los ventanales de la parte baja del edificio. La nave principal está perforada con grandes ventanales que recorren todo el edificio, incluido el transepto y el ábside, dando lugar al claristorio. Justo debajo está el triforio calado que también recorre el edificio. Esta aligeración de los muros es lo que da lugar a la “desmaterialización” del arte gótico. Algunas volutas y adornos que se pueden observar en la piedra entre los ventanales de la nave principal son obra de las restauraciones de finales del siglo xix.
Ábside
Ábside de la catedral de León, visto desde el barrio de El Ejido.
El ábside es la parte más antigua de la catedral, debido a que las iglesias comenzaban a construirse por la cabecera para poder realizarse culto antes de la conclusión definitiva del templo. La vista de la catedral desde el ábside es una de las más impresionantes, porque es en esta zona donde los arbotantes alcanzan su mayor espectacularidad. Los arbotantes desvían los empujes hacia el exterior permitiendo aligerar los muros, que pueden ser perforados por grandes ventanales. Durante gran parte del año, los pináculos del ábside de la catedral leonesa son usados como posadero y nidos por numerosas cigüeñas. Algunas de ellas pasan el invierno en León. – Más información Wikipedia>>
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