miércoles, 21 de abril de 2021

Basílica de San Isidoro de León

La Real Colegiata Basílica de San Isidoro o, simplemente, San Isidoro de León, es un templo cristiano ubicado en la ciudad de León, en España. Es uno de los conjuntos arquitectónicos de estilo románico más destacados de España, por su historia, arquitectura, escultura, y por los objetos suntuarios románicos que se han podido conservar. Presenta la particularidad de tener un Panteón Real ubicado a los pies de la iglesia, con pintura mural románica y capiteles originales, todo lo cual hace que sea pieza única del mundo románico de la época. El conjunto fue construido y engrandecido durante los siglos xi y xii.

En su origen fue un monasterio dedicado a San Pelayo, aunque se supone que anteriormente se asentaba en sus cimientos un templo romano. Con el traslado de los restos de san Isidoro, obispo de Sevilla, Doctor de las Españas a León, se cambió la titularidad del templo.

El edificio de la iglesia conserva algunos vestigios románicos de la primera construcción de Fernando I y Sancha. El Panteón y las dos puertas de su fachada sur, llamadas Puerta del Cordero y Puerta del Perdón, más la Puerta Norte o Capitular, son las primeras manifestaciones del arte románico en los territorios leoneses. Con el transcurso del tiempo se hicieron modificaciones y añadidos góticos, renacentistas y barrocos.

Es Monumento Histórico Artístico desde el 9 de febrero de 1910.


Historia y evolución del edificio

La iglesia y monasterio de lo que hoy se conoce como basílica de San Isidoro tuvo sus orígenes hacia el año 956, un solar aledaño a la muralla romana de la Legio VII Gemina, por la parte del noroeste. Toda la parte occidental del edificio está adosada y superpuesta a ella. Se conservan en buen estado por este ángulo del noroeste bastantes metros de dicha fortaleza. También se han podido detectar bajo los edificios de la Colegiata, y tras las obras de restauración, importantes vestigios romanos: gruesos muros de ladrilloalcantarillascerámicatégulas, atarjeas de letrinas (conducto por donde las aguas de la casa van al sumidero), con el sello de la Legio VII.

Del periodo visigodo no queda ni un resto y del periodo árabe, tampoco, ni de los primeros tiempos de la Reconquista. Las primeras referencias en crónicas y documentos aparecen a mediados del siglo x, dando noticia de las iglesias de San Juan y San Pelayo, que por estas fechas empiezan a desarrollarse.

El rey Sancho I de León (Sancho el Craso) quiso que se edificara esta iglesia. A lo largo de los siglos y hasta llegar al siglo xxi fue transformándose física y espiritualmente sufriendo épocas de gran esplendor y épocas de auténtica decadencia. He aquí las distintas fases por las que pasó; son fases con mucha carga histórica en las que se hizo notar en gran medida la influencia de los sucesivos reyes y su entorno familiar.


Sencilla y robusta, la Real Basílica de San Isidoro de León es una de las piezas más completas y emblemáticas del románico. El primitivo edificio fue construido bajo las órdenes del rey Sancho el Craso, quien en el siglo X dispuso que se erigiese un monasterio para albergar los restos del niño mártir de Córdoba, San Pelayo, en el ángulo noroccidental del campamento romano de la Legio VII Gemina. La hermana de Sancho, la infanta y monja Elvira Ramírez, se trasladó con su comunidad al nuevo cenobio desde Palat de Rey. Pero, a finales de ese siglo, los ejércitos de Almanzor arrasaron el viejo monasterio.

Alfonso V lo reconstruyó con barro y ladrillo, y estableció allí el cementerio real al cuidado de una comunidad de monjas, trasladando los huesos de sus antepasados, dispersos por distintas iglesias, entre ellos los de sus padres Bermudo II y Elvira García. 
 
Su hija, doña Sancha, luego reina de León, y su esposo Fernando I sustituyeron el templo de tapiales por otro de piedra, dando inicio al arte románico en estas tierras. Ambos eligieron el pórtico de la iglesia para cementerio real y allí dispusieron que, llegado su momento, fueran enterrados, junto a los recién trasladados cuerpos de San Isidoro desde Sevilla y de San Vicente desde Ávila. Espléndidas donaciones en joyas y ornamentos litúrgicos, conocidos como el Tesoro de León, fueron donadas en la fecha de la consagración del templo, 21 de diciembre de 1063. Doña Urraca Fernández y luego doña Sancha Raimúndez, junto con su hermano el emperador Alfonso VII, continuaron las obras de la nueva iglesia. 
 
Se accede al interior del templo por la Puerta del Cordero, con arco de medio punto y hermoso tímpano, rematada con una escultura ecuestre de San Isidoro. A la derecha del acceso principal se encuentra la Puerta del Perdón, consagrada a los peregrinos y con un conjunto iconográfico románico único, el Descendimiento de la Cruz, las Marías ante el sepulcro y la Ascensión, apareciendo a ambos lados del arco San Pedro y San Pablo.
 
Dentro de la Real Basílica, el ambiente invita al recogimiento dada la sólida opacidad del románico. En el altar mayor, de estilo hispano-flamenco, se encuentra un precioso retablo del siglo XVI en cuyo centro está ubicado el trono donde, por privilegio inmemorial, se expone de manera permanente el Santísimo Sacramento.

Imprescindible es la visita al Panteón Real. Esta extraordinaria tumba de reyes, reinas e infantes, está cobijada por una bóveda cubierta por pinturas románicas, consideradas el mejor conjunto pictórico en su estilo de todo el mundo, un legado soberbio que narra la historia de la Redención según la liturgia mozárabe, razón de más para llamarla la “Capilla Sixtina del Románico”. 
 

El Panteón de los Reyes, situado a los pies de la iglesia, es un espacio cerrado. Su ámbito funerario conoció su monumentalización en el último tercio del siglo XI, de la mano de la infanta Urraca. El Panteón se apoya sobre las murallas de la ciudad. La parte central consiste en un espacio cuadrangular, dividido en tres naves de dos tramos, separados por medio de dos columnas. El espacio se cubre con seis bóvedas de arista que, en el siglo XII, se decoraron con uno de los conjuntos pictóricos más importantes del románico español. Estas pinturas se encuentras en tal grado de conservación que se le ha llegado a llamar la Capilla Sixtina del Románico. Conviene prestar atención a los capiteles, algunos con hojas de acanto y palmetas, otros con motivos zoomórficos, y cuatro más, con motivos historiados. Estos últimos representan el sacrificio de Abraham, la historia de Balaam, la curación del leproso, y la resurrección de Lázaro. Los dos primeros se sitúan en uno de los pilares de la entrada, y los otros dos a ambos lados de la antigua puerta de acceso a la iglesia, que se tapió en el último tercio del siglo XI, cuando se comenzó a construir el nuevo templo.

En el Panteón de Reyes reposan los restos mortales de los Reyes de León, en total 33 miembros de la corte leonesa.

En cuanto a las pinturas murales, las seis bóvedas que cubren que decoran el Panteón, están decoradas con pinturas murales realizadas al temple, sobre una base de estuco. Podemos dividir todas las escenas mediante tres temáticas: la Natividad, la Pasión y la Resurrección de Cristo.

Dentro de la Natividad encontramos: La Anunciación a los Pastores, donde destaca el naturalismo de la representación, incluyendo flora y fauna propia del monte leonés (cabras, ovejas, un mastín leonés, hojas de roble, bellotas, etc.). La Anunciación y la Visitación se encuentran a continuación, seguidas de la Huída a Egipto y la degolllación de los inocentes, con el rey Herodes sentado en su trono en el centro de la escena.

En la Pasión encontramos: La última cena y varias escenas de la Pasión y Crucifixión.

En la Resurrección podemos ver la glorificación de Cristo, la entronización del año (el famoso calendario agrícola) que demuestra que Dios está presente en cada momento (Cronocrator) y el Pantocrator con la representación de Dios con poder sobre todas las cosas. En él apreciamos a Cristo en Majestad (Maiestas Domini) sobre el arco iris envuelto en la mandorla mística y con las letras griegas alfa y omega en representación del principio y fin de todas las cosas. Con una mano bendice utilizando tres dedos (símbolo de la Trinidad) y con la otra sostiene el libro con la inscripción “Ego sum lux mundi”. Alrededor está el Tetramorfos (los cuatro evangelistas con sus nombres: el ángel – Mateo; el león – Marcos; el toro – Lucas y el águila – Juan).


Especial detenimiento merece el Pantocrátor, bóveda central del Panteón, donde aparece la figura del Creador del Universo enmarcado por una orla de llamas, nubes u olas. En el centro, como es habitual, Cristo en Majestad, dentro de la mandorla (almendra) mística bendiciendo y con el libro, con fondo de bóveda celeste, el alfa y la omega. 
 
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La otra pintura destacada es el Calendario Agrícola. Se desarrolla en el intradós de un arco y es la obra más conocida del Panteón, donde se describe la vida real de los lugareños, reflejando en cada mes las actividades típicas del campo (la vendimia en septiembre, la matanza en noviembre…).
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El claustro de mediodía está construido en diferentes épocas: un ala de arquería románica, y otras tres del siglo XVIII. La primera permaneció oculta hasta el siglo XX y fue restaurada en 1960 por Menéndez Pidal: consta de cuatro vanos en arco de doble rosca y uno más pequeño como ingreso enfrente de la puerta del templo.
 
La Torre, con su veleta en forma de gallo rematando el conjunto, es otro de los elementos más representativos de San Isidoro. Fue construida en  tres fases: los dos primeros tramos son del siglo XI, concebidos como parte del recinto amurallado de defensa; los dos siguientes, a modo de campanario, son del siglo XII; finalmente, la cubierta es del siglo XVIII.
 
El Cabildo Isidoriano fue transformado en Instituto Secular Sacerdotal en 1956. Desde entonces atiende la vida litúrgica e intelectual de la Colegiata, el templo, sus museos abiertos, su Archivo y Biblioteca a disposición de los investigadores, su Editorial y Librería Isidorianas, que dan a conocer la historia y el arte de la Colegiata, así como la persona de San Isidoro.
 

San Isidoro
 
Alfonso V el Noble (999-1028), rey de León, el rey de los “Bonos Foros”, levantó, ex luto et latere, es decir, de tapial y ladrillo, en los albores del siglo XI, un nuevo monasterio, en estilo prerrománico, que recibiría el nombre de San Juan y San Pelayo. Más tarde, el edificio fue sustituido por el que levantaron Fernando I y su esposa Sancha, hija del citado Alfonso V, para albergar las reliquias de San Isidoro de Sevilla en 1063.
 
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La puerta del Cordero
 
Representa un conjunto escultórico excepcional, donde domina el Cordero Místico, el Sacrificio de Isaac, y las efigies de San Isidoro y San Pelayo, junto a los signos del zodíaco.
 

Gallos y campanas
 
En la capilla de los Vaca se encuentra expuesto el primer gallo-veleta de la torre, símbolo de este templo realizado en cobre plomado recubierto de oro, así como la campana, fundida en 1086 y considerada la más antigua de España.
 
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Museo

El museo llamado también tesoro está situado en la tribuna descrita anteriormente. También se exhiben objetos en las distintas capillas del claustro procesional. Algunos de estos tesoros fueron encargos de los reyes Fernando y Sancha para engrandecer la iglesia que ellos habían mandado construir. La dotaron de un importante ajuar litúrgico, aunque muchas de estas obras de arte se perdieron en los avatares sufridos a través de los siglos y otras se encuentra custodiadas en museos ajenos a la Colegiata.46​ Algunas de estas piezas son:52

  • Arqueta de San Isidoro. Forrada con chapas de plata y realizada hacia 1065. Durante 900 años guardó el cuerpo del santo. Fue muy deteriorada en 1808.
  • Arca de los marfiles. Allí se guardaron los restos de Pelayo y de San Juan Bautista. Datada del año 1059. En madera, con 25 marfiles incrustados.
  • Portapaz de marfil.
  • Marfil escandinavo. Representa un dragón replegado sobre sí mismo. Obra del siglo x.
  • Cáliz de doña Urraca de 1100.

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  • Arca de los esmaltes con representación de la crucifixión y pantocrátor.
  • Colección de telas: Dos estolas del siglo xii, 1197 y 1198, tejidas por Leonor de Plantagenet. Fragmentos de telas persas y árabes. Ternos renacentistas.
  • Lignum Crucis, ostensorios y relicarios.
  • Cruz de altar de Enrique de Arfe.
  • Tríptico renacentista con la representación de la Anunciación, Visitación, Adoración de los Reyes y Calvario. En los batientes está el tema de las Once Mil Vírgenes, y el de la aparición de la Virgen a San Bernardo. Obra atribuida a Rodríguez Solís.
  • Pendón de Baeza, del siglo xiv.​ Es una de las piezas más importantes del museo. La tradición cuenta que fue bordado en el propio campo del sitio de la batalla de Baeza (aunque tal batalla no existió, pues la plaza se rindió por capitulación pactada). ​Representa a San Isidoro a caballo con espada y cruz, como se apareció en el campo de batalla. Tema relacionado con las representaciones de esta época de Santiago y San Millán. Fondo carmesí, con las armas de León y Castilla. Tiene honores de Capitán General.


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