El Museo de Bellas Artes de Sevilla se crea por Real Decreto de 16 de septiembre de 1835 como “Museo de Pinturas”. En 1839 se escoge, de entre varios edificios conventuales desamortizados, el de la Merced, la actual sede, inaugurándose oficialmente en 1841. Hoy es considerada una de las pinacotecas más importantes de España. Se ubica en la plaza del Museo, que está presidida por una escultura dedicada a Bartolomé Esteban Murillo. Es un museo fundamental para conocer tanto la pintura barroca sevillana, especialmente de Zurbarán, Murillo y Valdés Leal, como la pintura andaluza del siglo XIX.
Convento
El edificio que alberga el actual Museo de Bellas Artes de Sevilla es el antiguo convento de la Orden de la Merced. Esta orden había sido fundada por san Pedro Nolasco en 1218. Según nos cuenta Fray Gabriel Téllez, más conocido por su seudónimo de Tirso de Molina, en su Historia de la Orden de la Merced, los terrenos donde se alza el actual edificio fueron repartidos por Fernando III a los caballeros mercedarios que habían tomado parte activa en la conquista de Sevilla en 1248, otorgándoles rentas para la construcción de un edificio mudéjar, cercano a la actual calle Goles, que hoy no se conserva.
Fray Alonso de Monroy, general de la orden desde 1602, promovió las obras de renovación del antiguo inmueble, realizadas en base a las trazas del arquitecto Juan de Oviedo y de la Bandera, que se inician en 1603. Destacan entre sus dependencias la iglesia conventual, finalizada en 1612, así como los claustros articulados en torno a la escalera imperial, núcleo central del edificio, y cuya composición tuvo un gran eco en América. El otro gran arquitecto asociado al edificio conventual mercedario fue Leonardo de Figueroa, que remodela en 1724 la planta superior del Claustro Mayor. La actual portada del edificio es de 1729. Fue realizada por el cantero Miguel de Quintana con diseño de este artesano y fray Francisco Bartolomé de Roxas.
En 1625, el dramaturgo Tirso de Molina, perteneciente a la Orden de la Merced, fue desterrado de Madrid a Sevilla por dictamen de la Junta de Reformación, residiendo en este convento.
Museo
El Convento de la Merced fue desamortizado en 1835 en la desamortización de Mendizábal, lo que supuso la definitiva exclaustración y pérdida del convento. El Museo Provincial fue creado por Real Orden de 16 de septiembre de 1835, con el objeto de reunir las obras pertenecientes a las órdenes religiosas suprimidas.
La Junta del Museo recién creado propuso sucesivamente como emplazamientos para el mismo el convento de la Merced Calzada, que fue denegado por estar ocupado por la Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País; el de Montesion; el de San Pablo, que iba ser destinado a Delegación de Hacienda; y el de San Buenaventura. Mientras se escogía la sede defintiva, los cuadros y objetos artísticos recogidos de los conventos se encontraban diseminados, lo que provocó un quebranto para el futuro museo. Así a título de ejemplo un cuadro de Velázquez procedente del convento de San Antonio, quedó de forma definitiva en el palacio arzobispal, varios cuadros de Zurbarán del convento de San Buenventura fueron vendidos al extranjero. Los guardacostas de la provincia de Cádiz también recuperaron algunos cuadros. Igualmente los expriores de algunos de los conventos desamortizados tuvieron que ser advertidos de que entregaran algunas pinturas que mantenían ocultas. Por fin, a 7 de octubre de 1838, queda constancia del establecimiento del museo en el antiguo convento de la Merced, compartido hasta 1846, con la Sociedad Económica.
A su vez, la Real Orden de 16 de diciembre de 1840 dispuso que los objetos de Itálica encontrados o que se localizasen en el futuro deberían guardarse también en el antiguo convento. Por otra parte, la Real Orden de 20 de octubre de 1854 ordenó el traslado también a este edificio de las obras conservadas en los Reales Alcázares.
En el mismo edificio se asentó también en 1873, la Facultad Libre de Farmacia y a la salida de esta, en 1875, lo hizo la Escuela Normal de Maestros. En 1879, se creó oficialmente el Museo de Antigüedades, independiente del de Bellas Artes, que también se estableció allí e igualmente la Academia y Escuela de Bellas Artes.
El Museo Arqueológico ocupaba tres galerías del denominado patio del Claustro Grande, mientras que el Museo de Pinturas ocupaba la iglesia y otras dependencias. La Academia y Escuela de Bellas Artes quedaron ubicadas en estancias contiguas a los museos y la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos y la Escuela Normal de Maestros quedaron en dependencias lindantes con las galerías del Claustro Grande.
En 1941, el Museo Arqueológico Provincial se trasladó al pabellón de la Bellas Artes de la Exposición Iberoamericana de 1929, en la plaza América, del parque de María Luisa y el edificio quedó entonces en exclusiva como Museo de Bellas Artes.
Edificio
El inmueble se encuentra en la plaza del Museo, que fue planeada en el siglo XIX, de manera contemporánea al establecimiento del museo, cuenta con una estatua de bronce del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. De esta estatua existe una réplica exacta frente al Museo del Prado de Madrid, cerca del Jardín Botánico. Ambas son obra del escultor madrileño Sabino de Medina.
Desde su habilitación como museo ha sido modificado estructuralmente en tres ocasiones: en primer lugar, entre 1868 y 1898 en que se restauraron las arquerías y muros del piso primero, el solado de los claustros y alicatado con azulejos de otros conventos desamortizados; por segunda vez se retocó entre 1942 y 1945. En esta ocasión se actuó sobre la antigua sacristía, que pasó a convertirse en el patio de las Conchas y sobre la fachada principal, que cambió de lugar, cerrándose la portada barroca por la que se accedía anteriormente. La tercera vez que sufrió una modificación fue entre 1985 y 1993, en que se rehabilitó en su totalidad y acondicionó realmente para que sirviera como museo, rigiéndose por las exigencias existentes para ello.
Exterior
La fachada principal se presenta frente a la plaza del Museo. La portada, que estaba colocada en el extremo contrario del edificio, entre la calles Cepeda y Bailén, era el acceso a la iglesia del convento. Fue trasladada al lugar actual en 1945. Fue diseñada por Miguel de Quintana en 1729 según diseño, aunque con algunas modificaciones, de fray Francisco Bartolomé de Rojas. Presenta arco de medio punto con un par de columnas paredas a cada lado, que descansan sobre pedestales. Sobre la misma se abre una gran hornacina en cuyo interior se encuentran las figuras de la Virgen de la Merced, San Pedro Nolasco, fundador de la Orden y el rey Jaime I de Aragón, su protector. A ambos lados la flanquean dos columnas salomónicas, y sobre ella se encuentra a modo de remate un frontón en cuyo centro se sitúa el escudo de la Orden de la Merced.
Interior
La estructura actual del edificio se corresponde con la reforma llevada a cabo a partir de 1602 por Juan de Oviedo. El edificio se estructura alrededor de tres patios comunicados por una gran escalera y la iglesia, situada en uno de los extremos del convento. El vestíbulo se encuentra decorado con azulejería procedente de diversos conventos sevillanos.
Patios
- Claustro grande, diseñado originalmente por Juan de Oviedo a comienzos del siglo XVII, que consta de dos cuerpos:
- Inferior, formado por arcos de medio punto que apean sobre columnas pareadas de mármol.
- Superior, reformado en 1724 por Leonardo de Figueroa, en el cual hay balcones enmarcados por pilastras jónicas.
- Claustro de los Bojes, diseñado por Juan de Oviedo y construido hacia el 1612.
- Claustro del Aljibe que sirve como patio de ingreso al museo. Destaca el panel de cerámica de la Virgen del Rosario, realizado por Cristóbal de Augusta en 1577 para el convento de Madre de Dios.
Iglesia
La iglesia fue construida entre 1603 y 1612, proyectada por Juan de Oviedo. La nave tiene forma de cruz latina, con bóveda de cañón y bóveda semiesférica sobre el crucero. En el lado izquierdo hay una portada atribuida a José Álvarez y ejecutada en el último tercio del siglo XVIII.
Colección
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Sagrada Cena (1588) de Alonso Vázquez. |
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San Hugo en el refectorio de los Cartujos, 1630–1635 (262 x 307 cm), de Zurbarán. |
El origen de la colección comenzó con obras procedentes de conventos y monasterios desamortizados, razón por la cual el grueso de obras estaba formado por pintura religiosa, mayormente barroca sevillana. La desamortización promovida por el gobierno liberal de gaditano Juan de Dios Álvarez Mendizábal, quien decretó la supresión de las órdenes religiosas y la desamortización de sus bienes. El propósito de los decretos desamortizadores del 19 de febrero y 8 de marzo de 1836, que constituyeron la llamada Desamortización de Mendizábal, fue también que las propiedades improductivas y en poder de la iglesia y las órdenes religiosas, pasaran a una clase media o burguesía que realmente enriqueciera al país.
Entre 1854 y 1855 una comisión de miembros de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría valoró los fondos artísticos procedentes de las órdenes religiosas suprimidas por el gobierno de Mendizábal, y dejaron reducidos en aquella primera criba a 435 pinturas y 15 esculturas válidas para el museo, mientras que un total de 357 cuadros restantes fueron calificados como de “desecho e impropios para un museo por su ningún mérito artístico”.
El misterio envolvió las primeras décadas del museo y también una compleja red de intencionalidades contrapuestas, en el mejor de los supuestos, interesadas en otros muchos. Lo cierto es que en un mercado implacable y la complicidad de determinadas personas habían acabado, en su raíz, con lo que podía haber sido la más fabulosa colección de pintura barroca española. Félix González de León en Noticias Artísticas de Sevilla sin recato menciona las muchas obras que “se han perdido o extraviado de las que hubo en los edificios públicos”, llegando a ofrecernos reseñas sobre los autores de las pinturas y los lugares donde se encontraban.
Afortunadamente, a partir de la década de 1920 las donaciones de particulares fueron abundantes.
En 1921 Lucy Monty, viuda de José Villegas Cordero, hizo entrega al museo de la importante colección de lienzos y dibujos realizados por su esposo. En 1928 Rafael González Abreu realizó la cuantiosa, completa e irregular colección de arte. En 1931, la viuda de don José Gestoso realizó una generosa donación al museo. En 1944 Andrés Siravegne Jiménez y su esposa Caridad Lomelino Recio donaron una generosa colección de sesenta y dos obras del pintor Antonio María Esquivel, ocho cuadros más del pintor José Gutiérrez de la Vega, y por último, una colección de muebles isabelinos.
En 1945, doña Candelaria de Alvear, viuda de Andrés Parladé, conde de Aguiar hizo entrega de un importante número de obras del pintor, junto con diversos objetos que formaban su colección particular compuestas de pinturas, armas, cerámica, tejidos y mobiliario; en esas fechas, cada cual tuvo dedicada una sala, pasando el museo a denominarse “casa-museo”.
Son otros muchos los legados encomendados al museo de Bellas artes procedentes de las familias Cámara, Cortés Soto, Ybarra Llorente, Moreno Larrazabal, Vda. Marquesa de Larios, Condesa de Gálvez Vda. del ministro Luis Alarcón de la Lastra, Jaime de Mora y Aragón. Familia de los artistas Gonzalo de Bilbao, Eugenio Hermoso; José Arpa y Alfonso Grosso; donaciones del legado artístico de Virginia Harrison viuda de Zayas, Angulo, Villacieros con trece obras o la de Sánchez-Ramos con ocho lienzos, entre ellos El niño de la espina de Zurbarán, y un amplio etc.
Ya en los años 1970, se normalizó el contenido del museo, al igual que en todos los museos nacionales, reduciéndose su contenido y depurándose la presentación de la colección que iba a ser permanente.
En las últimas décadas se ha incrementado la colección por las adquisiciones públicas de la Administración andaluza y las donaciones efectuadas por descendientes de artistas de primeros del siglo XX.
La carencia más lamentada del Museo de Bellas Artes es el insuficiente repertorio de cuadros de Diego Velázquez, que desarrolló la mayor parte de su carrera en Madrid, hallándose casi todos los cuadros de su etapa juvenil sevillana en museos extranjeros. Durante muchos años el museo tuvo el cuadro Imposición de la casulla a san Ildefonso, de Velázquez, en su colección, pero al ser propiedad municipal fue reclamado por el Ayuntamiento y estuvo expuesto en el salón de plenos de la casa consistorial. Posteriormente, el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín ordenó trasladar el cuadro al Alcázar de Sevilla y en 2007 inició los trámites para que fuera cedido nuevamente al Museo de Bellas Artes.20 Sin embargo, el 4 de julio de ese año la fundación Focus-Abengoa adquiere en subasta el cuadro de Velázquez dedicado a Santa Rufina, pasando esta adquisición y el cuadro Imposición de la casulla a san Ildefonso a una sala de la fundación Focus-Abengoa en el barrio Santa Cruz de Sevilla. En el Bellas Artes se conserva, del mismo autor, el Retrato de Cristóbal Suárez de Ribera y una Cabeza de apóstol cedida por el Museo del Prado.
Del siglo XVI se encuentran pinturas de Lucas Cranach el Viejo, El Greco (Retrato de su hijo Jorge Manuel) y Marten de Vos, así como un famoso San Jerónimo del florentino Pietro Torrigiano.
Destaca la colección de pintura sevillana del siglo XVII, de la que se pueden contemplar obras de los más representativos pintores españoles como Murillo, el ya citado Velázquez, Zurbarán, Juan de Valdés Leal o Lucas Valdés.
Del siglo XIX y XX son señalables Gonzalo Bilbao, Valeriano Bécquer y Eugenio Hermoso. De Gonzalo de Bilbao puede reseñarse el retrato del rey Alfonso XIII, donde aparece con el uniforme de la Maestranza de Caballería de la ciudad y con la Torre del Oro al fondo, lo que muestra su vinculación con la capital hispalense.
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